¿Qué es la inteligencia emocional?
“La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social”. Daniel Goleman.
¿Cómo trabajar la educación emocional con los niños?
En el ámbito educativo muchas veces escuchamos como un niño es más inteligente si saca buenas calificaciones en matemáticas o lenguaje, pero también sería interesante empezar a hablar de si un niño es emocionalmente inteligente, porque tiene una buena convivencia con sus compañeros, sabe escuchar al otro, expresa bien sus emociones en cada momento, respeta la diversidad…
Si tenemos en cuenta la Teoría de las Inteligencias múltiples, podemos entender mejor que un niño no es más inteligente que otro por sacar buenas notas, sino que cada niño tiene su propia especialidad, y debemos encontrar cual es la inteligencia en la que destaca cada niño para potenciarla, así como reforzar aquella que tenga menos desarrollada.
Por ello, si trabajamos la educación emocional desde las escuelas o el ámbito familiar, conseguiremos niños emocionalmente más inteligentes que podrán desenvolverse mejor ante los problemas que surgen en el día a día, con una mayor coherencia entre sus pensamientos, emociones y acciones. Es decir, sabrán gestionar mejor los enfados, tolerar la derrota en los juegos y sobre todo tener un mayor control de la tolerancia a la frustración, de forma que aprendan a aceptar los diferentes estados emocionales como la ira, tristeza o miedo, sin que ello suponga que se “vaya a acabar el mundo”.
Los padres y madres tienen un papel crucial en la educación emocional desde pequeños, es muy importante que creen espacios para permitir que el niño exprese como se siente: frustrado, angustiado, nervioso… nombrar la emoción, ponerle un nombre, les ayuda a entender porque tienen esos impulsos a veces difíciles de gestionar y podrán aprender a identificar los síntomas de las emociones antes de dejarse inundar por el mar de las emociones. Por ejemplo, el niño puede anticipar que cuando se muerde las uñas, le sudan las manos, o respira muy rápido, es que se siente nervioso, y así con las demás emociones.
De esta forma, comprenderán mejor como se sienten y aceptarán que hoy se pueden sentir tristes, pero mañana pueden volver a estar contentos. Se les puede contar la metáfora del mar de olas, donde hay que aprender a surfear con el mar de pensamientos y emociones, a veces estoy arriba y contento y a veces a bajo y triste. Pero no pasa nada, porque todo pasa…como las olas vienen y van…
¿Cómo utilizar el termómetro de las emociones?
Como propuesta, hoy os traigo el termómetro de las emociones en la educación emocional que es una herramienta muy visual que utilizo en todos mis talleres de habilidades socioemocionales una vez a la semana, y funciona muy bien con niños de 7 hasta 13 años porque capta su atención y les anima a hablar sobre sus emociones.
La dinámica consiste en empezar haciendo la pregunta ¿Cómo te sientes? El niño deberá escoger entre las 5 caritas que representan los diferentes estados emocionales y van del 1 al 5 pasando de la felicidad a la ira. Yo les hago un “mini-yo” con un palo de polo y la carita que ellos mismos pintan, y así deben meterlo en uno de los saquitos que acompañan cada emoción. Les resulta más divertido.
Hay que explicar que no hay una emoción mejor que otra, no es malo sentirse nervioso, triste o con ira, lo importante es aprender a identificar las emociones, ponerle un nombre para saber cómo nos sentimos y de esa forma, podremos aprender a actuar en cada momento. Por eso, cada carita de emoción va acompañada de un mensaje positivo, y en el caso de la ira, anima al niño a pararse un minuto, porque no es un buen momento para actuar. Mejor respirar, contar hasta 10, y cuando estemos más relajados podremos seguir adelante.
La segunda pregunta sería ¿Dónde sientes la emoción? Es una buena forma de que el niño empiece a relacionar su estado mental y emocional con su cuerpo, esto le ayudará a identificar los síntomas de las emociones para un futuro. Por ejemplo, estoy triste y lo siento en el corazón, o estoy enfadado y siento dolor de cabeza…
La tercera pregunta es ¿Por qué te sientes así? Esta es una de las más importantes. Al principio es normal que el niño con la novedad siempre quiera estar super feliz y ponga su mini-yo al lado de la carita verde. Por ello, debemos preguntarle que le ha pasado para sentirse así, puede que nos cuente historias del cole, y al final termine desvelándonos que se enfadó con un compañero en el recreo, por eso le deberemos guiar para que poco a poco identifique la emoción más adecuada a lo que ha vivido y como se ha sentido.
¿Os animáis a hacerlo en casa? Es muy sencillo, sólo necesitáis:
– Láminas de goma en los diferentes colores del termómetro, eligiendo un color para cada emoción.
– Pegamento de goma Eva
– Palos de polo
– Tijeras
Os adjunto unas fotitos de mi taller para que veáis como nos quedó ¡Espero que os sirva! Y si os ha gustado este post sobre educación emocional, ¿me ayudáis a compartir el post?
Coral Selfa García
Psicóloga, especialista en Mindfulness y Educación emocional